¿Jesús luchó como tú?

[ PalabrasVivas sobre Crecimiento Espiritual ]

¿Jesús luchó? ¡SÍ!

¿Jesús luchó?

Además de ser totalmente divino, Jesús también era totalmente humano. Eso significa que tenía que aprender a vivir el Sermón de la Montaña mucho antes de predicarlo. Tenía que descubrir cómo amar a sus enemigos. Hacer el bien a las personas que lo lastimaban o que se oponian a él, probablemente, no siempre fue fácil. No disfrutaba darle todo a quien se lo pedia o le robaba. A pesar de que nunca pecó, tuvo que crecer en madurez espiritual. Hebreos 2:10 dice que él no era totalmente perfecto hasta que sufrió en el Viernes Santo.

Jesús practicó el vivir santamente un día a la vez. Algunos días eran más difíciles que otros, pero creció a base de sus experiencias y aprendió a superar sus luchas. La única diferencia real entre Jesús y nosotros es que Jesús nunca cedió a la tentación de renunciar a las luchas ni sucumbir al pecado. Cuando predicó el Sermón de la Montaña, no nos pidió hacer ninguna cosa a la que Él era ajeno. Él realmente entiende lo que pasamos en nuestra lucha para no pecar.

Incluso las palabras que eligió para la oración del «Padre Nuestro» salieron de sus propias necesidades y experiencias. Observa la oración del Señor desde su punto de vista. Imaginemos que podría haber orado como un adulto joven:

Padre nuestro que estás en el cielo: Aquel que me dio esta vida humana, el que dio vida a cada persona que ha sido concebida y que será concebida. Tú me hiciste un hermano de ese hombre que entró en mi taller de carpintería para ordenar un gabinete para su sastrería. Era tan exigente, quisquilloso y poco razonable que quería echarlo fuera pero, en su lugar, trabajé arduamente para hacer el mejor trabajo para él. ¿Y cómo me recompensa? Con más quejas y la negativa de pagar la cantidad completa. ¿Es eso justo? ¡No! Pero Tú, oh Dios, lo amas de todos modos. Él es mi hermano, por lo cual elegí quererlo también. Ayúdame a amarlo de la forma en que Tú lo amas.

Santificado sea tu nombre. Quiero reverenciarte en todo lo que hago. Quiero ser un testigo de lo maravilloso que eres por la manera en que vivo mi vida. Utilízame para hacer una diferencia en otros. Muéstrame cómo ayudar a los demás a venerarte . Dame una oportunidad para revelarle a ese sastre cuánto lo amas. Tal vez pueda encontrar una buena forma de hacer algo por él. Pero lo que más anhelo, Padre mío, es llegar a multitudes de personas con Tu amor. Mientras tanto, voy a trabajar en la evangelización de las pocas personas que has puesto en mi vida en este momento.

Venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo. A veces, Padre, creo que no me estás usando a mi máximo potencial. Podría estar haciendo mucho más si no estuviera atrapado en este taller de carpintería. Sé que mi Madre me necesita. Yo entiendo que ella y otros familiares dependen de los ingresos que gano ahora que papá se ha ido. Pero a veces me siento frustrado. ¿Cuánto tiempo debo limitar mis trabajos de carpintería y algunas buenas discusiones en la sinagoga? ¿Cuánto tiempo debo practicar la paciencia con sastres irrazonables, pescadores con mal genio y otras personas que entran en mi tienda? Sólo están interesados en sí mismos; la mayoría de ellos no me escuchan cuando trato de decirles las ventajas de una vida santa. ¡Envíame a las personas que están dispuestas a escuchar! ¿Por qué me retienes aquí? Sí, Padre, confío en Ti, Tú sabes cuál es el tiempo perfecto para todo. Por lo tanto, te pido que sea Tu voluntad, no la mía, el hacer de mi vida en esta ciudad, en este trabajo, con estas personas – tan plenamente como se hace Tu voluntad siempre en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día. Por favor dame a mí, a mi familia, a mis vecinos y a mis clientes — a todos los que son parte de esta comunidad de hermanos y hermanas en donde Tú me has colocado – lo que necesitamos hoy para hacer tu voluntad. Dale a mi sastre-hermano una conciencia del amor conque lo estás amando, para que pueda ser sanado de las inseguridades que le hacen tener tanto miedo de ser engañado. Y dame más de Tu paciencia para que hacerle bien sea más fácil. También necesito paciencia para estar realmente satisfecho con la vida y el trabajo en el pequeño pueblo en el que estoy actualmente.

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Gracias, Padre, por darme la fuerza para resistir el pecado. Yo oro en nombre de mis hermanos y hermanas que sucumben al pecado. Puesto que todos somos parte de la misma comunidad de Tus hijos, acepto su culpa como la mía. Perdónanos, Padre, porque no entendemos lo que estamos haciendo cuando pecamos. No nos damos cuenta de cómo en realidad estamos haciendo daño a todos, incluídos nosotros mismos, cuando elegimos desobedecer Tu voluntad. Y Padre, porque yo personalmente he sido herido por los pecados de los demás, te pido que no tomes esto en su contra, porque yo escojo perdonarlos.

No nos dejes caer en tentación, sino líbranos y guárdanos de todo mal. Tu fe es nuestro escudo que nos protege del pecado, pero para confiar en Ti tenemos que volver a Ti. Así que para mí y en nombre de los demás, te pido Tu ayuda divina. Tú nos has dado a cada uno de nosotros la fuerza necesaria para resistir al maligno; ayudanos a aprender a utilizar esa fuerza. Es sólo a través de Tu poder que podemos obedecer Tu voluntad; ayúdanos a seguir creciendo en el libre uso de ese poder, para que la lucha entre la carne y el espíritu sea terminada más rápidamente. Me has enseñado que la manera más eficaz para resistir la tentación es hacer lo contrario de lo que el maligno quiere que haga; ayúdame a hacerlo más fácilmente. Si estoy tentado de nuevo a lanzar fuera de mi tienda al sastre, ayúdame a hacer con mayor rapidez que él se sienta bienvenido. Y fortalece a todos los miembros de mi comunidad humana. Ayúdanos a amar a nuestros enemigos, a hacer el bien a los que nos odian, a bendecir a los que nos maldicen y a orar por los que nos tratan mal. Ayúdanos a vencer la tentación y a convertirnos en instrumentos de tu amor infinitamente poderoso y totalmente incondicional.

Y úsame, Padre, para librar a toda mi familia humana del mal. Porque Tú has amado tanto al mundo que me has enviado a manifestar Tu amor, que todo aquel que crea en mí, tenga vida eterna. Gracias por escuchar mi oración. ¡Amén!

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