La Más Alta Forma de Amistad

«Cuando una amistad tiene como objetivo
el servicio a Dios»

[ PalabrasVivas sobre Crecimiento Espiritual ]

«Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
tus fuerzas y tu mente»;
y «Ama al prójimo como a ti mismo.» (Lucas 10, 27)

Un verdadero amigo primero ama a Dios.
Una verdadera amistad pone a Dios en el centro;
Él es el lazo que los une.

Jesús con sus amigas Marta & María en Betania

Los amigos verdaderos se miran el uno al otro a través de los ojos de Dios. Esto significa que primero debemos estar EN Dios para que tengamos SUS ojos. La amistad debe glorificar a Dios, servir a Dios, disfrutar de Dios, acercarnos a Dios.

«El diablo pone muchas trampas aquí que son difícilmente detectadas por aquellos que están contentos de servir a Dios de una manera superficial.» (Santa Teresa de Ávila)

De la sabiduría de Santa Teresa recordamos que cuando una amistad ha sido atrapada por el diablo (en otras palabras, pertenece más a este mundo que al servicio de Dios) «le impide amar a todos los demás por igual, la hace resentirse por cualquier daño hecho a su amigo/a, le hace desear tener algo favorito para dar, buscar oportunidades para hablar con el/ella a menudo, para decirle lo mucho que le ama y otras tonterías de esa clase, en lugar de cuánto ama a Dios. Estas amistades rara vez sirven para transmitir el amor de Dios.» (De El Camino de la Perfección, Cap. IV, 5)

«Ama a tu prójimo como a ti mismo». El grado en que no estás amando a todos tus «semejantes» es el grado en que pertenecemos a este mundo. No te regañes por tu fracaso al amar a todos por igual, porque eso no sería amor a ti mismo, pero deja que la conciencia de tu fracaso te motive para hacer esfuerzos genuinos cada día para extender tu amor a más y más personas.

Cuando te duele una lesión que se le ha hecho a un ser querido, deja de mirar la lesión y mira, en cambio, a Dios, que hace que salga algo bueno de todo lo malo (ver Romanos 8:28). Ayuda a tu amigo a entender cómo servir a Dios con el sufrimiento que él o ella está sobrellevando.

Cuando desees tener algo que dar a tu amigo favorito, pregúntate si la donación realmente serviría a Dios o sólo serviría para hacer que se vea bien tu amigo.

Una buena manera de medir cuánto sirve a Dios tiene una amistad, es mirar cómo se manejan los conflictos. Cuando surgen conflictos, estamos experimentando la más alta forma de amistad, no miramos a la persona, no miramos la contribución de la persona al conflicto y no miramos el conflicto en sí. Miramos a Dios. No miramos lo que podemos hacer para resolver el conflicto, no miramos cómo conseguir igualar o castigar al amigo y no miramos cuánto tiempo el conflicto va a durar ni cuánto sufrimiento está causando . Miramos a Dios. ¿Cuál es Su manera de devolver la paz a la amistad? ¿Qué curación El está sacando del dolor? ¿Qué nos está enseñando el conflicto que nos purificará, nos fortalecerá y nos recreará para ser mejores distribuidores de Su amor?

Cuando sientas el deseo de buscar oportunidades para hablar con tu amigo especial, ofrécele como sacrificio a Dios elegir, en cambio, dar más tiempo a los amigos que reciben menos de ti. No tomes ninguna decisión acerca de cuándo y cuánto tiempo dar a un querido amigo sin antes preguntarle a Dios cuál es Su deseo. ¿Esta vez juntos lo glorificarán a él y los llevarán a ti y a tu amigo a una relación más profunda con Él? ¿Hay alguien más que se beneficiaría, en ese momento, de un tiempo juntos como otra trinidad: tú, él/ella y Dios?

«Por el amor de Dios, manténgase libre de las parcialidades por muy santas que sean, porque incluso entre los hermanos hay quienes son como veneno y no puedo ver ninguna ventaja en ello …. Créanme, aunque me parezca severo en la exclusión de estos apegos, sin embargo, esto promueve la perfección alta y la paz tranquila, y las almas débiles se salvan de ocasiones peligrosas. Si estamos inclinados a cuidar a una persona más que a otra (que no puede ser ayudada, porque es sólo humana …) controlemos nuestras preferencias con firmeza y no nos dejemos dominar por nuestros afectos». (Santa Teresa)

Un verdadero amigo primero ama a Dios.
Una verdadera amistad pone a Dios en su centro.
Una amistad que alcanza su forma más alta
es uno que llega a los demás
y extiende el amor de Dios por todas partes.

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