Credo de Nicea:
¿En Qué Crees Realmente?

Una reflexión usando Marcos 12, 28-34

[ PalabrasVivas sobre Crecimiento Espiritual ]

Cada domingo en Misa, recitamos el Credo de Nicea, un resumen de las creencias cristianas. Cuando prestamos atención a las palabras que recitamos, nuestra fe puede crecer. En Marcos 12, 28-34, Jesús nos da el tan familiar mandamiento de amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas y que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En este examen del Credo de Nicea, podemos descubrir dónde necesita crecer nuestra fe. La profundidad de la fe se muestra en cómo amamos, no en lo que decimos creer.

«Creo en un solo Dios,  Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles».

Si realmente creo que Dios es el Padre de todos, respeto y amo a cada persona como un hermano o hermana. No tengo prejuicios, no niego ser amable con nadie, recuerdo que Dios ama hasta a la persona más maligna tanto como a la persona más santa y me siento seguro sabiendo que El me ama tanto como a los demás.

«Creo en un solo Señor Jesucristo,  Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consustancial con el Padre.»

Si realmente creo que Jesús es Dios y que Él y el Padre son uno, lo amo tanto que me aferro a cada Palabra que Él dice en las Escrituras, quiero aprender de Su ejemplo y lo sigo a todas partes, confiando totalmente en Él mientras me guía dondequiera que Él desee llevarme.

«Por él fueron hechas todas las cosas».

Si realmente creo en esto, amo a toda la creación. Soy un buen servidor del mundo natural, de las relaciones que Él ha formado en mi vida, de los dones y talentos con los que me ha dotado, del tiempo que Él ha asignado para mi vida y del dinero que Él me ha dado la capacidad de ganar.

«Por nosotros y por nuestra salvación descendió del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de la Virgen María y se hizo hombre».

Si verdaderamente creo que Dios se hizo hombre, amo a Jesús como a mi hermano más cercano y querido y atesoro a cada miembro de la raza humana como hermano y hermana, comprendiendo que estamos unidos el uno al otro aunque no conozcan a Jesús. Y si realmente creo que Dios se hizo hombre a través de una mujer, amo a esa mujer como a mi propia Madre Bendita.

«Por nosotros fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato, sufrió la muerte y fue sepultado, resucitó al tercer día de acuerdo con las Escrituras. Subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre. Y vendrá de nuevo con gloria para juzgar a los vivos y los muertos y su reino no tendrá fin.»

Si realmente creo que Jesús hizo todo esto por mi bien, abrazaré la cruz. Sabré que soy perdonado por todo lo que confieso con remordimiento y, por lo tanto, me amo libremente. Y si realmente creo que Jesús hizo todo esto por el bien de todos, perdonaré a los demás, sin reservas, sin demora, amándolos como Él los ama. Yo abrazaré mi propia cruz por ellos, amándolos mientras me amo, uniendo mis sufrimientos a Cristo y confiando en que eventualmente Dios resucitará cada situación en una gloriosa victoria.

«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado …».

Si realmente creo en el Espíritu Santo, amo la vida que Él me ha dado y sé que soy importante. También valoro la vida de todos los demás como preciosas, incluyendo los bebés no nacidos, los discapacitados, los ancianos y hasta los criminales insanos.

«…quien ha hablado a través de los Profetas.»

Si realmente creo esto, leo las Escritura como una carta de amor de Dios para mí, como guía y como la verdad. Estoy ansioso por leer la Palabra diariamente, porque siempre me acerca a Dios y me enseña a vivir.

«Creo en una Iglesia santa, católica y apostólica».

¡Amo el Cuerpo de Cristo! Si realmente creo que la Iglesia es santa, sé que soy santo, porque soy Iglesia; me amo tanto a mí mismo y a mi prójimo que quiero vivir mi santidad cada día mejor. Si realmente creo que la Iglesia es católica (universal), sé que todos los demás que son Iglesia son también santos y, por lo tanto, los honro y respeto amorosamente, incluso cuando no puedo ver su santidad. Si realmente creo que la Iglesia es apostólica, amo a la Madre Iglesia y a su sucesión apostólica desde San Pedro hasta el papa y los sacerdotes de hoy, pero también amo mi propio llamado a ser apóstol, porque sé que he sido enviado a traer el Reino de Dios al mundo.

«Confieso un sólo bautismo para el perdón de los pecados.»

Si realmente creo en esto, amo a cada cristiano de toda denominación y no guardo ningún rencor contra ellos, ni siquiera cuando sus prácticas religiosas difieren de las mías o cuando rechazan mis expresiones de fe y se niegan a entender mis prácticas religiosas. También amo y acepto a los no bautizados que son cristianos por el bautismo de deseo o el bautismo de sangre (martirio).

«Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo por venir.»

Puesto que creo todo lo que he dicho arriba, amando a Dios con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas y amando a mi prójimo como a mí mismo, si realmente creo que Jesús me abrió la puerta al cielo, tengo plena confianza de que algún día me uniré con los santos en el cielo y me reuniré con mis seres queridos que han ido a  allí en la fe antes que yo. Me doy cuenta que ahora estoy unido místicamente con todos los santos de la tierra, en el purgatorio y en el cielo y comparto libremente mi amor con ellos, orando por ellos y con ellos, haciendo todo lo que soy capaz de hacer para dar y recibir amor verdadero.

«¡Amén!»

¡Con todo mi esfuerzo, con la ayuda de Dios!

Que el Credo de Nicea nos ayude a crecer en nuestra fe.

© 2001 por Terry A. Modica

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