Tu Frasco de Alabastro de Amor por Jesús
«Ella rompió el frasco de alabastro y lo derramó
sobre su cabeza.» (Marcos 14, 3)
[ PalabrasVivas sobre Crecimiento Espiritual ]
¿Qué hay en tu frasco de alabastro? ¿Qué talentos, tesoros o sabiduría has guardado, protegido y desarrollado, o qué has puesto en un estante y te has olvidado de ello? Marcos 14, 3-9 y Lucas 7, 36-50 nos muestran la pasión de una mujer que ungió a Jesús con perfume.
En aquellos días, no había desodorantes ni plomería interior para tomar duchas y así deshacerse de los olores corporales causados por el clima caliente y sudoroso, y los baños no estaban disponibles para todos. Así que la gente hizo perfumes. Después de crear una mezcla de aceites y hierbas, se dejaba en un frasco para fermentar. Cuanto más tiempo lo guardaban, más potente – y valioso – era.
Para que el perfume en esta escritura fuera un regalo «costoso» para Jesús, debe haber estado fermentando durante mucho tiempo.
Cuando queremos dar un regalo, solemos ir a la tienda a comprar algo nuevo. ¿No es verdad? Pero nuestras posesiones más preciosas son las que han sido importantes para nosotros durante muchos años. Dárselos a otros se siente como un sacrificio muy grande.
¿A qué te aferras porque significa mucho para ti? ¿Qué se ha fermentado y tornado más valioso porque lo has tenido durante tanto tiempo?
¿Te imaginas dándolo como regalo? Primero tendrías que sentirte muy apasionado por la persona a la que se lo vas a das. Regalarlo tiene que ser más valioso que conservarlo. Esto sucede sólo por amor.
¿Qué tan apasionado te sientes por Jesús? ¿Qué es tan precioso para ti que es difícil dejarlo – algo que a él le gustaría recibir de ti? ¿Estás dispuesto a sacrificar eso por el amor que sientes por él? ¿Sientes tanto amor por él?
En otras palabras, ¿qué hay en tu frasco de alabastro? ¿Estás listo para verterlo sobre Jesús, libre y generosamente?
Piensa en lo que El derramó sobre ti tan desinteresada y generosamente durante su ministerio y enseñanzas, al darse a sí mismo en la Eucaristía y en el sacrificio doloroso que hizo por ti el Viernes Santo. Y, otra vez, pregúntate: ¿Qué es tan precioso para ti que es difícil dejar – algo que a él le gustaría recibir de ti? ¿Dejarías que él lo tuviera?
© 2012 por Terry A. Modica
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