Cuando nuestros pastores fallan
al protegernos
Los sacerdotes están llamados a ser los representantes de Jesús el Buen Pastor pero, cuando nuestros pastores fallan al protegernos, ¿cómo cumplimos el mandamiento de Cristo de perdonarlos y amarlos? ¿Cómo podemos ser como Cristo con aquellos que no son como Cristo con nosotros? Ese es el desafío que todos enfrentamos casi a diario, pero es especialmente difícil para aquellos que han sido victimizados por pastores dañinos que sucumbieron a las tentaciones de la conducta sexual desviada y por aquellos que lo permiten.
(Conozco este sufrimiento personalmente. Yo he sido tratada lujuriosamente por un sacerdote que también tenía una conducta no saludable e inapropiada hacia otros que yo amaba, incluyendo dos adolescentes.)
Tenemos muchas cosas de las cuales recobrarnos cuando somos heridos por aquellos que son llamados a ser ejemplos de Cristo. Quedamos devastados cuando descubrimos que no podíamos contar con la protección de aquellos que deberían habernos protegido.
Aunque no esperamos la perfección o conductas inmaculadas de nuestros sacerdotes, sí esperamos sentirnos seguros bajo el cuidado de aquellos a quienes Dios ha asignado el trabajo de ser nuestros pastores.
¿Cómo vamos desde el shock y la ira hacia la sanación y la paz? ¿Cómo transitamos el trayecto de ser una víctima a ser como Cristo? ¿Cómo dejamos atrás esta cruz y entramos en la resurrección?
Jesús fue ambas cosas, víctima y sanador. Él comprende cómo nos sentimos. Él comparte nuestras lágrimas y desaprobación por lo que ha sucedido. Él desea que las cosas cambien tanto — o incluso mucho más — que nosotros.
La recuperación es un largo camino. No puede lograrse desde una reflexión corta como esta. No obstante, comienza con la decisión de desear ser como Cristo en nuestras reacciones, en lo que decimos a los demás sobre el tema y en lo que nos gustaría que sucediera a los perpetradores y a aquellos que permitieron que el mal continuara.
Habiendo tomado esa decisión, el siguiente paso es perdonar. El perdón no es algo que debemos sentir o desear. Perdonar no requiere que todo termine de la forma en que quisiéramos. Perdonar es, meramente, una decisión de amar incondicionalmente. Podría ser que tuviéramos que amar de lejos pero, mientras podamos orar «por lo que sea mejor! para todos los involucrados — ¡todos! — entonces estamos pareciéndonos a Cristo.
«Todos» incluye a ti mismo. «Todos» incluye a los perpetradores así como a las víctimas y a aquellos que podrían haber detenido el abuso pero no lo hicieron.
Ya sea que todos los pastores estén arrepentidos o no, nuestra sanación comienza al elegir tener un AMOR incondicional por ellos en nuestros corazones y en nuestras palabras cuando hablamos de este tema con los demás.
Ser como Cristo significa permitir que la ESPERANZA obre en el siguiente paso en nuestro proceso de recuperación.
Ser como Cristo también implica tener FE de que mucho bien se logrará ahora que hemos tenido el llamado de atención, horroroso pero revelador, a través de eventos que nos han shockeado y desesperado.
Por lo tanto, la fe, la esperanza y el amor permanecen, pero el mayor de todos es el amor.
(1 Corintios 13, 13)
© 2002 por Terry A. Modica
>> Podría también gustarte nuestro Rosario por el Incremento de Vocaciones Santas y nuestros PalabrasVivas sobre Oraciones de Victoria sobre el Mal y La Crisis en la Iglesia.

Por favor, comparte esto con otras personas usando los íconos para las redes sociales al pie de esta página. O solicita una copia aquí, para imprimir con permiso para su distribución, a menos que arriba esté indicado que está disponible en Catholic Digital Resources.
