Testificando a Jesús
durante los escándalos en la Iglesia
Jesús dijo a Sus discípulos:
«Cuando el Abogado llegue, el que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que brota del Padre, Él testificará por Mí. Y ustedes también deben testificar porque han estado conmigo desde el principio. Esto se los he dicho para que no se confundan … llega el tiempo cuando cualquiera que los mate pensará que está haciendo un servicio a Dios … Les he dicho esto para que cuando llegue el momento, recuerden que se los había advertido» (Juan 15, 26 – 16,4).
Apliquemos esta advertencia a los escándalos en la Iglesia, relacionados con los abusos sexuales por parte de los sacerdotes. Consideremos lo que los medios y otras personas están haciendo para matar nuestra buena reputación. Muchos reclaman hablar de parte de Dios cuando difunden lo que ellos creen que está mal en el catolicismo con el celibato sacerdotal y con el liderazgo masculino. Este clima incluso ha incrementado las falsas acusaciones contra los clérigos y otras personas que trabajan para la Iglesia (en mi diócesis hay muchos falsos reclamos dañando a nuestros sacerdotes, así como hay sacerdotes renunciando porque han perpetrado daños a verdaderas víctimas).
En todo esto (o en todo problema), ¿cómo testificas a Jesús? El comienzo de este pasaje señala que el Espíritu Santo «testifica» a Jesús. ¿Qué significa esto? ¿Por qué está seguido del versículo siguiente: «Y ustedes también testificarán …»?
El Espíritu de la Verdad, que es como Jesús identifica al Abogado que procede del Padre, habla (atestigua) la verdad sobre quién es realmente Jesús y qué ha hecho por nosotros. Nosotros, también, somos testigos de esto en nuestras propias experiencias de Jesús y atestiguamos la verdad cada vez que nuestras vidas revelan la diferencia que Él ha hecho.
Este pasaje me recuerda la canción popular contemporánea, «Testifica el Amor», que dice: «Porque mientras viva, testificaré al amor, seré un testigo en los silencios cuando las palabras no sean suficientes …» Dado que Dios ES amor, cada vez que testificamos al amor, estamos testificando a Jesús. Eso significa que todo lo que hacemos y decimos debería reflejar quién es Jesús en realidad.
En los escándalos del clero (o en cualquier problema) ¿cómo testificas? ¿Tienes miedo? ¿Te pones negativo? ¿Protestas? ¿Expresas ira públicamente? Aunque estos sentimientos son respuestas legítimas al descubrir el abuso, necesitamos procesarlos y seguir adelante. Si permanecemos estancados allí, estamos testificando al mal. Pero, si elegimos permitirle al Espíritu Santo que sea el Abogado de la Iglesia en nosotros y a través de nosotros, podemos testificar al amor.
Se necesita sanación, perdón, confianza en el plan de Dios y el deseo de ser santo. La vida cristiana nunca es fácil. Testificar a Jesús significa caminar con Él hacia la cruz y sufrir allí. El testimonio de esta caminata, no obstante, es lo que sigue a continuación: resurrección, vida renovada el pentecostés del poder del Espíritu Santo.
Los escándalos del clero nos afectan a todos. Como un sólo Cuerpo, todos sufrimos con las víctimas. Estamos sufriendo con las parroquias que pierden a los sacerdotes en quienes confiaban. Sufrimos con los sacerdotes que están tan enfermos que se han convertido en perpetradores del mal. Como un sólo Cuerpo, también estamos caminando hacia nuestra resurrección y hacia la nueva comunidad, más fuerte y saludable, en que nos convertiremos.
De alguna forma, este es un tiempo glorioso por el cual atravesar. La gloria de Dios está siendo revelada para que todo el mundo la vea. Los abusos están siendo detenidos y prevenidos. Las víctimas están siendo oídas y sanadas. Los hombres que no deberían ser sacerdotes están siendo arrancados y los cristianos anti-católicos, que están sacando ventaja de esto para su propio beneficio (haciendo falsas acusaciones) también están siendo arrancados, quitados del jardín, por sus propias mentiras.
¡Elevemos nuestras voces para declarar la gloria de Dios y testifiquemos a Jesús siendo ejemplos de Su amor! ¡Que este escándalo termine reflejando quién es Jesús realmente y, Señor, que comience conmigo! ¡Amén!
© 2002 por Terry A. Modica

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