El Poder para Vencer el Mal
¿Por qué existe tanto mal en el mundo? ¿Por qué Dios no levanta su mano omnipotente contra la guerra, el abuso, la pobreza, los delincuentes o contra cualquier mal que esté corrompiendo el mundo y nuestras vidas? Es un planteo frecuente. La respuesta es: ¡LO HACE! Pero lo hace a través de la vid. Jesús y su Esposa -la Iglesia- están unidos. Estamos encargados de continuar la obra que Él comenzó. Pero si las ramas no están dando buenos frutos, o SUFICIENTE CANTIDAD de buenos frutos, el mal tiene espacio para mantenerse en marcha y creciendo.
¿Qué tan sana es la rama de tu Iglesia? No estoy hablando acerca de tu parroquia o denominación. Como vemos en Juan 15, 1-8 todos los que pertenecen a Cristo son parte del mismo gran viñedo. Jesús es la vid y, porque todos estamos unidos a Él, compartimos la misma vocación: dar buenos frutos.
La estrategia efectiva de Dios contra el mal, es conquistarlo a través del cuerpo. El cuerpo de Cristo murió en la Cruz por nuestros pecados y luego volvió a la vida, venciendo así el poder del mal. Todos los que se unen a Su cuerpo, entran en esta victoria sobre el mal. Nosotros, que somos su cuerpo, la Iglesia, ¡debemos aprovechar esta gran oportunidad! Conectados a Cristo, como racimos de uva unidos a la vid, podemos derrotar el mal que nos rodea. Nunca solos. Fracasamos cuando intentamos hacerlo solos o cuando somos muy pocos. Mira cualquier problema en tu parroquia. ¿Cómo cambiarían las cosas si todos los miembros, todos los involucrados en el Ministerio y todos los verdaderos cristianos, se unieran para resolver este problema como un solo cuerpo, como una viña consistente en una gran Vid, con cada rama consciente de su conexión a Cristo-la-Vid y consciente de la importancia de dar buenos frutos?
Con los programas que fomentan la fe para adultos genuinamente espirituales, educando en la parroquia acerca de lo que significa ser ramas conectadas a la misma cepa, ¡esto podría suceder!
Pero, ¿qué puedes hacer TÚ acerca de esto AHORA? De nada sirve quejarse por los problemas, acerca de lo que no se está haciendo y lo que se debería hacer. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad personal de ser los mejores racimos de uvas que podemos ser. Debemos examinar qué tan saludable es nuestra conexión con Cristo y prestar atención a lo bueno que son nuestros frutos y hacer lo que sea necesario para podar lo que no esté ayudando al resto de la Iglesia.
Mientras más nos despojemos de cosas no tan buenas (lo cual requiere, por supuesto, confiar en la ayuda de Dios para hacerlo) más sanas serán nuestras ramas. ¡Nuestras uvas crecerán más grandes y serán más abundantes! Seguro que duele podar algo de nuestras vidas, pero hacer caso omiso a esta necesidad, es exactamente lo que permite al mal seguir actuando en el mundo. ¿Por qué? Porque impide el crecimiento de las cosas buenas.
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© 2001 por Terry A. Modica

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