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¿Alguna vez es correcto pelear?

Guerra Justa o Injusta:
¿Alguna Vez Es Correcto Pelear?

Jessica, una joven adolescente, vivió toda su vida con temor de su padre Stan. Él la había estado violando durante años, pero cada vez que alguien hablaba mal de él, rápidamente y con vehemencia lo defendía. Toda la familia vivía de esta manera. La madre de Jessica nunca lo enfrentó, porque cuando lo intentaba, él la golpeaba. La constante amenaza de que podría ser peor, mantuvo a todo el mundo intimidado.

Esta forma de vida, creían, era normal. Ellos no sabían vivir de ninguna otra manera. Cuando Jessica oyó a su profesora de salud, la señora Paxine, hablar sobre el abuso infantil y recomendar que se informara a las autoridades, Jessica pensó que ella no sabía de lo que estaba hablando. Ingenua era la palabra que le vino a la mente. Poco realista. De otro planeta. ¡Ella no podía enviar a su propio padre a la cárcel! Eso sería tan falto de amor y la familia se vendría abajo. Perderían todo. Mamá nunca podría ganar el dinero o mantener a la familia como Papá lo hacía.

Stan también intimidaba a sus empleados, en la tienda de su propiedad. Todo el mundo temía por sus puestos de trabajo, por lo que se mantenían a una prudente distancia. Tomaron su actitud condescendiente e ira verbal en voz baja. La recepcionista joven a la que él acosaba sexualmente,  no lo denunciaba por acoso sexual, a pesar de que lo odiaba, porque él la trataba mejor que a los demás y sabía que si ella hablaba, lo pagaría muy caro.

En una habitación privada, en la parte trasera de la tienda, Stan tenía un negocio secundario lucrativo de venta de películas pornográficas. Algunas de sus riquezas fueron utilizadas en ese negocio, ya que él apoyaba a varios pequeños estudios de video que hacían las películas. Nunca compartió esta riqueza con su familia. Se compró una especie de auto deportivo importado, hecho a su gusto,  porque le encantaba lucirse. Generosamente se compró joyas de oro y diamantes para sí mismo y para las chicas que contrataba cuando se sentía aburrido de su esposa, que era a menudo. Llenó su apartamento secreto con muebles diseñados para que se sintiera como un rey.

Cuando los investigadores de la policía comenzaron a acercarse a su negocio de pornografía, se trasladó a un lugar nuevo y dejó algunos videos antiguos en su tienda como una distracción. Les dijo a los detectives que eran suyas y que las había compartido con unos amigos hací mucho tiempo, pero que había renunciado a ese interés y se había olvidado de estos videos. La policía tenía evidencias de lo contrario, pero no tenía suficiente pruebas de su negocio ilegal para convencer al fiscal de distrito y emitir una orden de arresto contra él.

La Sra. Paxine, por su parte, sospechaba que algo andaba mal en el hogar de Jessica. Ella sabía que la chica era inteligente y tenía un gran potencial, pero sus calificaciones y su autoestima eran bajos: tal vez estaba siendo abusada. Cuando trató de ganarse la confianza de la chica y llegar a ella, Jessica le hizo creer que su vida en su hogar era la de una familia ideal, como en un viejo programa de televisión. Luego, alrededor de una semana después de su lección sobre el abuso infantil, otra chica fue con la señora Paxine y sollozando profundamente le contó la historia de un vecino que la manoseaba.

Obligada por ley a informar de ello a la policía, la señora Paxine primero observó la dirección de la chica y descubrió que vivía junto a Jessica. Antes de contactar a la policía, ella quería hablar con Jessica una vez más. Cuando la enfrentó con sus sospechas de que estaba siendo abusada y le dio la noticia de que iba a reportar sus sospechas a la policía, Jessica lo confesó y le rogó que no lo hiciera. ¡El resto de la familia sufriría mucho si su padre fuera puesto en la cárcel!

La Sra. Paxine enfrentaba una difícil decisión. ¿Debería intervenir y causar más sufrimiento? Obviamente, la familia de Jessica estaría destrozada. Se convertirían en indigentes financieramente, posiblemente perderían su casa. Necesitarían mucha terapia – pero ¿iban a conseguirlo? Jessica apenas recibía calificaciones aprobatorias ahora; devastando a su familia, lo más probable es que todo se cayera por completo.

Pero tanto sufrimiento ya existía. Y si nadie detenía a Stan, éste representaba un fuerte peligro para los demás en el barrio y quién sabe qué más. ¿Debería la señora Paxine esperar hasta que Jessica estuviera dispuesta a hablar con la policía? Después de todo, no había certeza de que Stan en realidad fuera a abusar de nadie nunca más. Tal vez sólo le debería enviar una carta de advertencia.

¿Debería permitírsele a un violento y abusador continuar como un peligro potencial de proporciones desconocidas? ¿O debería ser detenido antes de que alguien más saliera dañado? ¿Es justificable el riesgo? ¿Qué pasaría si el perpetrador es un sacerdote que promete a su obispo no volver a tocar a un niño otra vez? ¿Debería intervenirse antes de otra posible agresión y de que se cometa un delito que pueda ser probado más allá de toda duda razonable en un jurado en la corte? Este dilema es un microcosmos de las preguntas que existían acerca de Saddam Hussein durante más de doce años, mientras que el mundo esperaba y esperaba que a él le importara lo suficiente su propia «familia» (el pueblo iraquí) para respetar el derecho internacional.

La Escritura dice que Dios es un Dios justo. Él nunca deja de invitar a los malhechores a arrepentirse, pero, eventualmente, detiene a los malhechores. Hay que considerar lo que la Palabra dice en Isaías 1, 10.16-20, que, por cierto, fue una de las lecturas de la Misa un día después que el presidente estadounidense George W. Bush dio a Saddam Hussein el ultimátum de 48 horas para abandonar el poder,

¡Escuchen la palabra del Señor,
príncipes de Sodoma!
¡Escuchen la instrucción de nuestro Dios,
gente de Gomorra!

¡Purifíquense, lávense!
Quiten sus malas acciones de mis ojos;
dejen de hacer el mal; aprendar a hacer el bien.
Hagan de la justicia su objetivo: corrijan al que está equivocado,
escuchen la súplica del huérfano, defiendan a la viuda.

Vengan para que arreglemos cuentas,
dice el Señor:
Aunque sus pecados fueran como la grana,
se volverán blancos como la nieve:
Aunque fueran rojos como púrpura,
se volverán blancos como algodón.
Si quieren obedecerme,
comerán las cosas buenas de la tierra;
Bero si se rehúsan y se resisten,
la espada los consumirá:
¡porque la boca del Señor ha hablado!

Cuando todos los demás esfuerzos para detener el mal fallan, «arreglemos las cosas»…

No meramente una guerra «preventiva», el problema de Irak (en 2001) ha hecho que demos una nueva mirada al criterio de «Guerra Justa» enseñado por la Iglesia Católica.

«En 1994, el Catecismo Católico limitó el uso legítimo de la fuerza militar a la defensa contra la agresión. Esto no tiene relación con la posibilidad de una intervención militar para limpiezas étnicas, terrorrismo o guerrilla.  Ahora estamos frente a un desafío prudencial sobre la necesidad de impedir el acceso de redes terroristas a las armas de destrucción masiva producida por estados deshonestos. » (Arzobispo de Sidney, Australia, George Pell, en una entrevista para el periódico The Australian, Febrero 4, 2003)

«Guerra Asimétrica» y Guerra Justa

Una obligación moral
por el teólogo católico Michael Novak, 2003

«La guerra contra Saddam Hussein, a menos que cumpla con sus obligaciones solemnes al orden internacional o deje el poder, no tiene nada que ver con la nueva teoría de la «guerra preventiva». Por el contrario, tal guerra está bajo la doctrina tradicional de la guerra justa,»(la cursiva es mía) explica Michael Novak, teólogo católico estadounidense. Había sido invitado por Jim Nicholson, embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede, para hablar a una audiencia pública en la Ciudad del Vaticano sobre la doctrina de la Guerra Justa e Irak el 10 de febrero de 2003. Es respetado como un verdadero teólogo católico.

«La doctrina católica auténtica sobre la guerra justa, tal como fue formulada por San Agustín y Santo Tomás, traza un camino claro del razonamiento de los poderes públicos que actúan en carácter oficial al acercarse a la decisión de ir a la guerra, o no. Además, en la evaluación de estas contingencias, el nuevo Catecismo Católico asigna la responsabilidad primaria, no a comentaristas distantes, sino a esas mismas autoridades públicas. Esta asignación de la responsabilidad se hace por dos razones. En primer lugar, ellos son los que tienen el principal rol  profesional y el deber constitucional de proteger la vida y los derechos de sus pueblos. Segundo, ellos son, por el principio de subsidiariedad, las autoridades más cercanas a los hechos del caso y – dada la naturaleza de la guerra llevada adelante por las redes terroristas clandestinas de hoy – tienen acceso a la inteligencia altamente restringida. Los demás tienen el derecho y  el deber de expresar sus propios juicios de conciencia Pero el juicio final pertenece a los poderes públicos: «La evaluación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes tienen la responsabilidad del bien común» (Catecismo, # 2309)».

San Miguel Arcángel

Novak dijo que una guerra contra Saddam Hussein ahora, es «una conclusión legal a la guerra justa que se libró y rápidamente se ganó en febrero de 1991… Saddam Hussein recibió la orden de destruir sus existencias de gas mostaza, sarín, botulínica, ántrax y otros agentes químicos y biológicos. También deb ía dar pruebas de que había destruido todo su trabajo previo para el desarrollo de armas nucleares. Durante los siguientes doce años, a pesar de las constantes advertencias, Saddam Hussein burló descaradamente todas estas obligaciones.

«Mientras tanto, en una forma repentina y violenta, otra guerra fue lanzada contra los Estados Unidos – y, de hecho, contra el orden civilizado internacional – el 11 de septiembre de 2001. Esta guerra no buscada y repentina surgió de un nuevo concepto estratégico, ‘guerra asimétrica ‘, y colocó el comportamiento de Saddam Hussein en una luz completamente nueva, acrecentando el peligro que Saddam Hussein representa para el mundo civilizado ciento por uno. «

Al explicar la guerra asimétrica, dijo: «Este concepto ha sido desarrollado por grupos terroristas internacionales que, aunque dependen de la asistencia clandestina de Estados dispuestos a ayudarles en secreto, no responden a ninguna autoridad pública.» En otras palabras, no estamos en peligro por un gobierno, sino por los que utilizan los gobiernos  para promover sus propios objetivos.

«Lo que es más alto en los intereses nacionales de Estados Unidos es que, en un momento que no elegimos y, de una manera que no deseábamos, se declaró la guerra sobre nosotros en palabra y obra el 11.09.01. Ese agresor no tenía ejército permanente, cuyos movimientos de antemano dieran aviso de un ataque inminente. Por el contrario, el ataque se produjo de forma inesperada, golpeando a víctimas inocentes …

«Los criterios normales vistos por teóricos de la guerra justa no estaban literalmente presentes: tampoco movimientos militares convencionales, ni signos visibles del ataque inminente, ni la autoridad de un Estado-nación hostil. El horror del daño fue inmenso.

«La guerra internacional claramente se había puesto en marcha. Sus autores la llamaron una yihad internacional, dirigida, no sólo contra los EE.UU., sino contra todo Occidente, de hecho, contra todo el mundo no islámico. (El mundo ya había lamentado la destrucción de antigüedades inapreciables de monumentos Budistas en Afganistán.)

«Ninguna autoridad moral importante tuvo dificultad en reconocer que una guerra para evitar este nuevo tipo de terrorismo no sólo es justa, sino moralmente obligatoria».

«… La doctrina de la guerra justa tiene su raíz en la concepción católica del pecado original, articulado en este contexto por San Agustín en el libro XIX de La Ciudad de Dios. En este mundo, los cristianos siempre tendrán que lidiar con el mal en el corazón humano que siembra división, destrucción y devastación. Agustín había visto muchos de estos males en su vida, incluyendo los horrores del saqueo de Roma en el año 410 DC. Sin embargo, sostuvo que los cristianos que actúan como poderes públicos, están sujetos a las leyes de la caridad y la justicia, incluso al hacer la guerra.

«… El objetivo de una guerra justa es el bloqueo de un gran mal, el restablecimiento de la paz y la defensa de las condiciones mínimas de justicia y el orden mundial. Para ambos, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, pensar en la guerra cae bajo los principios de la caridad y la justicia.

«Hoy nadie niega que el terrorismo internacional es un asalto deliberado sobre la posibilidad misma de orden internacional. Que los poderes públicos tienen el deber de hacer frente a este terrorismo y derrotarlo, es universalmente reconocido.»

El Papa no es un pacifista

Siempre debemos orar por la paz y hacer todo lo posible para protejer a todas las personas

«La Santa Sede no es pacifista a cualquier costo, ya que admite legítima defensa por parte de los estados…Lo que deberíamos decir, en cambio, es que la Santa Sede siempre lucha por la paz, trabajando intensamente para prevenir el estallido de conflictos.»
~ Cardenal Angelo Sodano, Secretario de estado del Vaticano

 


«Como dejan en claro Santo Tomás de Aquino y otros maestros de la tradición de la guerra justa, a veces, la guerra puede ser una obligación moral para frener la injusticia y proteger al inocente. La causa justa, en este caso, es el desarme de Irak, una causa que afirmó consistentemente el Santo Padre y fu reforzada por las 17 resoluciones del Consejo de Seguridad.»
~ Padre Richard Neuhaus sobre la Crisis Irakí.


«En el evangelio de Mateo leemos que cuando sus oponentes trataron de tender una trampa en materia de impuestos, respondió: «Al César lo que es del César — y a Dios lo que es de Dios.»… Las decisiones sobre la guerra son del César [nuestro Gobierno electo], no de la Iglesia. ¿Qué podría ofrecer la perspectiva cristiana? La enseñansa en el Nuevo Testamente pone énfasis en amar, perdonar a los enemigos y una bendición especial para lo que hacen la paz. Pero la legitimidad de la autoridad política es reconocida así como la obligación de detener a los malhechores.»
~ Arzobispo de Sydney, George Pell, en una entrevista que apareció en el The Australian newspaper, Febrero 4, 2003.

Esto no es la Guerra. Esta es una corta batalla en la Guerra.

Guerra Justa

Nuestra lucha no es contra fuerzas humanas, sino contra las potestades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras. Nos enfrentamos con los espíritus y las fuerzas sobrenaturales del mal. (Efesios 6:12)

Hay mucho más en juego que un campo de batalla llamado Irak. Hay preguntas que cada uno tiene que responder ante Dios: ¿Estoy dispuesto a ponerme de pie contra el mal? ¿A qué precio? ¿Hasta dónde llegaré antes de abandonar por miedo o cansancio?

Tenemos que ver más allá de la cara de Saddam Hussein. Su tiempo en la tierra es limitado, incluso si sobrevive la batalla. Dios, el Juez Justo, decidirá qué hacer con él sobre la base de la verdadera condición de su alma. Pero el mal está en curso y las amenazas vendrán de nuevas fuentes. Debemos luchar contra la guerra en su origen: debemos orar contra los malos espíritus en los cielos que están causando la violencia y el odio en la tierra, y debemos derrotarlos para hacer el bien, imitando a Jesucristo, que es el único y verdadero  Rey Victorioso.

Oraciones para usar:

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© 2001 & 2003 por Terry A. Modica


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