3 Etapas para Encontrar Tu Llamado
[ PalabrasVivas sobre El Señor te Necesita ]
Etapa Uno: El Llamado
Tu llamado al ministerio suele nacer lentamente de los acontecimientos de tu vida, trabajo, talentos, habilidades aprendidas y áreas de interés. Lo más probable es que no te despiertes una mañana con la voz de Dios tronando: «¡Sal fuera y sirve a mi pueblo!» Tampoco te enviará un e-mail. Pero, si prestas atención a tus necesidades internas, a la clase de servicio que te da satisfacción, a los tipos de trabajo que te dan energía y a los dones que otros ven y admiran en ti, el llamado se hace reconocible.
Etapa Dos: La Confirmación
Si alguien te invita a que te unas a un ministerio ya existente, es posible que Dios esté confirmando tu llamado a través de esa persona. Pero no debemos esperar a que otros nos den el empujón que necesitamos. Tenemos que escuchar nuestros corazones y ver las necesidades y nuestra capacidad para satisfacer esas necesidades. Considera lo siguiente: ¿Será para una necesidad real el ministerio que estoy considerando? ¿Contribuirá al bien del Cuerpo? ¿Apoyará la comunidad tu participación animándote, aconsejándote confiando en ti, ofreciéndote ayuda cuando sea posible, coordinando y comunicándose contigo, ayudándote a capacitarte si fuera apropiado? ¿Estás calificado, y si no es así, podrías capacitarte o está fuera de tu carácter?
Estar calificado significa que tienes las habilidades y experiencias necesarias, o la disposición para aprenderlos. También significa que tienes actitud de servicio. Significa tener los motivos correctos, que no estás interesado en aras de satisfacer tus propias necesidades, para sentirte importante o para estar en control. Significa tener la capacidad – debes saber lo que haces mejor y desear ser entrenado. Y significa saber trabajar en equipo, es decir, conocer y cumplir con las normas, cooperar con los demás, y tener una verdadera preocupación por aquellos con quienes y para quienes vas a servir.
Etapa Tres: El Compromiso
¿Estás dispuesto a entregar tu tiempo y necesidades personales, tus rutinas personales y presiones empresariales por el bien de aquellos a los que vas a servir?
Incluso en las primeras etapas, puedes rezar esta oración de compromiso:
«Como siervo de Dios, me comprometo a servirle con diligencia y hábilmente, usando mis talentos y habilidades al máximo, de acuerdo con el trabajo que haya que hacer y que estoy de acuerdo en llevar a cabo. Me comprometo a trabajar con mis compañeros en unidad, apoyo mutuo y cooperación, honestidad e integridad, flexibilidad, y dispuesto a escuchar sin queja o chismes. Me comprometo a seguir la voluntad de Dios, llevando una vida de oración y por medio de un atento discernimiento, y el deseo de amar y servirle a Él y a Su pueblo -. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo ¡Amén!»
Nos comprometemos con el Padre para ser obedientes a Su voluntad. Nos comprometemos con Jesús para convertirnos en siervos–líderes como Él lo fue. Nos comprometemos con el Espíritu Santo para ser capacitados para hacer la voluntad del Padre y para imitar mejor a Su Hijo Jesús.
© 1997 por Terry A. Modica
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