Cómo tener un ministerio eficaz
Veamos cómo Jesús llevó adelante su ministerio, estudiando Lucas 18, 35-42.
Cuando Jesús llegó a Jericó, un hombre ciego estaba sentado al costado del camino pidiendo limosna. Cuando escuchó a la multitud pasar, preguntó qué estaba sucediendo. Le dijeron: «Jesús de Nazaret está pasando.» Él gritó: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Aquellos que iban adelante le llamaron la atención y le dijeron que se callara, pero él gritó más fuerte: «¡Hijo de David, ten misericordia de mí!» Jesús se detuvo y ordenó que le llevaran al hombre. Cuando estuvo cerca, Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
«Señor, que vea,» replicó.
Jesús le dijo: «Entonces ve; tu fe te ha sanado.» Inmediatamente pudo ver y siguió a Jesús, alabando a Dios. Cuando toda la gente lo vio, también alababan a Dios.
Todos pasamos por situaciones donde las personas a nuestro alrededor se beneficiarían si conocieran a Jesús, pero lo ignoran, o podrían ser sanados por Jesús pero no confían en él, o podrían verlo actuar en sus pruebas más claramente pero están ciegos. Queremos ayudarlos. Tratamos de ayudarlos, pero con demasiada frecuencia rechazan lo que les ofrecemos ¿correcto?
¿Qué podemos aprender del estilo del ministerio de Jesús?
1. Jesús no se concentró en el hombre ciego y fue hasta él para decirle que podía ser sanado. El ciego tuvo que ir hasta él. Jesús hizo sólo lo que ya estaba haciendo — caminando por el pueblo. Debemos esperar que los demás vengan a nosotros, en vez de forzar nuestra ayuda.
Gracias a que las personas eran atraídas a Jesús, el ciego oyó la conmoción y respondió. En lo que estés haciendo normalmente, si estás tan lleno de Jesús que las personas son atraídas hacia ti (por ejemplo, buscando tu ayuda, tu oración, tu consejo, tu conocimiento o tu amistad, etc.), los «ciegos» que quieres ayudar tomarán nota.
En el momento en que el hombre ciego dio su primer paso — llamar a Jesús — Jesús detuvo lo que estaba haciendo para dar toda su atención a este hombre. ¿Estás dispuesto a dar tu tiempo cuando otra persona está lista? No sucederá según tu agenda. El ministerio rara vez es conveniente. Pero es en el tiempo perfecto de Dios, y se asegurará que no seas molestado por las interrupciones.
Cuando el ciego «se acercó» a Jesús, fue entonces que escuchó la invitación a la conversión. Nuestro Señor hizo la pregunta que todos necesitamos tener presentes cuando ayudamos a los demás: «¿Qué quieres que te haga?» ¿Para qué está lista la persona? ¿De qué necesidad insatisfecha es consciente y cómo le ayudará Dios? La pregunta no es: ¿Qué se yo sobre la necesidad de esta persona?
2. Gracias a que el hombre le pidió a Jesús poder ver, recibió su sanación y su conversión. Cuando Jesús señaló que fue la fe del hombre lo que le había sanado, reafirmó su conversión. Cuando ayudamos a los demás, después de averiguar qué están buscando del Señor, les ayudamos más efectivamente, reafirmando lo que Dios ya está haciendo en ellos.
Es imposible hacer que alguien cambie. No podemos hacer que nadie se arrepienta, se sane o se convierta, excepto a nosotros mismos. No hacemos que suceda el ministerio; sólo podemos participar en el ministerio que Dios ya está haciendo en las vidas de los demás. Para ser ministros de Dios, primero debemos sintonizar y ver dónde están los demás en su camino de fe. Luego, invitarlos a dar el próximo paso que Dios ha planeado. Si no nos hemos adelantado a Dios y su plan para ellos, darán ese siguiente paso.
© 2001 por Terry A. Modica

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