SALVE REINA SANTA

Oración del Papa Juan Pablo II (Enero 1, 2002 en su homilía por el Día de la Paz Mundial):

«¡Salve, Madre santa! ¡Virgen Hija de Sión, cuán profundamente debe sufrir tu corazón de Madre por este derramamiento de sangre!»

El Hijo que abrazas tiene un nombre querido para los pueblos de la religión bíblica: «Jesús», que significa «Dios salva». Así lo llamó el Arcángel antes de ser concebido en tu vientre (cf. Lucas 2, 21). En el rostro del Mesías recién nacido, reconocemos el rostro de todos nuestros niños que sufren por ser despreciados y explotados. Reconocemos, especialmente, los rostros de tus hijos, de cualquier raza, nación o cultura a la que pertenezcan.

Por ellos, Oh María, por su futuro, te pedimos que movilices los corazones endurecidos por el odio para que se abran al amor, para que la venganza dé paso, finalmente, al perdón.

Consíguenos, Oh Madre, que la verdad de esta afirmación – No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón – se grabe en nuestros corazones. Así, la familia humana será capaz de encontrar la verdadera paz que fluye de la unión de la justicia y la misericordia.

Madre Santa, Madre del Príncipe de la Paz, ¡Ayúdanos!
Madre de la Humanidad y Reina de la Paz ¡ruega por nosotros!

¡Dios te Salve Reina! Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. A tí llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti clamamos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, Oh piadosa, dulce Virgen María! ¡Ruega por nosotros, Oh Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo! Amén.

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