Por Gwen Kelly:
Hace unos años, mientras manejaba de regreso de un viaje, mi esposo recibió un llamado telefónico de mi papá diciéndonos que la dama de un restaurant, de una ciudad cercana, le había llamado desde mi celular. Quería avisarnos que había encontrado mi monedero y que lo había dejado a resguardo detrás del mostrador.
¡Yo estaba tan sorprendida! Pasé los siguientes 45 minutos agradeciéndole a Dios porque había tantas cosas importantes en ese monedero que habría sido horrible perder todo, el dinero era lo menos importante. Mientras nos dirigíamos al restaurant, nos martillaban pensamientos sobre la posibilidad de que, aunque el monedero había sido encontrado, la mayor parte del contenido se hubiera perdido.
Cuando llegamos al restaurant, corrí hacia adentro preguntando por el monedero. La mujer detrás del mostrador lo sacó triunfantemente. Lo tomé mientras le agradecía e inmediatamente respondí a una inspiración. Saqué mi último billete de U$S20 y se lo di. Ella dijo que no, que no era necesario. Le dije que lo entendía, pero que el Espíritu Santo insistía y que, si ella no lo necesitaba, se lo podía dar a alguien que sí lo necesitara. Se sonrió ampliamente y me dijo que sabía a quién dárselo y me agradeció el regalo. Agregó que yo no tenía idea de cuánto significaría ese regalo para esa persona, era suficiente para hacer una gran diferencia en su vida.
Pero no fue el final de la historia. Unos años más tarde, estábamos nuevamente viajando de regreso de un viaje cuando me informaron que mi esposo había dejado su billetera en la última parado. Otra vez volvimos preocupándonos por lo que encontraríamos dentro de él.
Cuando llegamos al lugar, estaba cerrado. Las luces estaban apagadas. Decidimos ir al negocio de al lado y preguntar por la billetera. El hombre dijo que sí, él la encontró y estaba esperando que regresáramos así no tenía que localizarnos. Rápidamente abrí mi monedero y saqué un billete de U$S20. El hombre dijo que no, que estaba contento porque habíamos regresado. Yo le dije que sí, que debía darle el dinero. Brevemente le relaté lo que había pasado la última vez con mi monedero. Le dije que el Espíritu Santo parecía estar usando el método de “el monedero perdido” para recordarme que debía ayudar a alguien. Se sonrió y me dijo que sabía exactamente a quién darle el dinero y que sería de gran ayuda.
Ahora, cuando el Espíritu Santo me envía un mensaje de que es tiempo de compartir, busco la oportunidad a mi alrededor. Ya ves, no sólo quiero estar en sintonía con los avisos del Espíritu Santo, sino que tampoco quiero pasar por la experiencia de perder mi monedero para seguirlo. ¡Ojalá no fuera una alumna tan lenta!
Y lo más sorprendente: incluso cuando estoy segura de que sólo tengo un par de dólares para compartir, siempre encuentro un billete de U$S20 atorado al fondo de mi monedero.
Por lo tanto, este es mi consejo desde el corazón. Por favor, donen a Good News Ministries pronto y con frecuencia, siempre encontrarán el dinero para compartir. Aparte de perder mi bolso, no he encontrado una mejor manera de dárselo a alguien que lo necesita en el momento justo. Para mí, seguir las mociones del Espíritu Santo es la mejor recompensa que puedo recibir.
Bendiciones para todos en GNM y para todos los que lo apoyan, y una bendición especial para todos los que nos dan la maravillosa oportunidad de ayudar.
Para recibir tu propio milagro para compartir, ofrece una donación hoy. Estarás haciendo un gran impacto, cambiando al mundo al llevar la luz de Cristo a la oscuridad que parece estar ganando las vidas de tantas personas. Estarás renovando la Iglesia, persona tras persona, uniéndote a nosotros para activar la fe de más y más católicos.
Si deseas que Good News Ministries continúe, ayúdanos a alcanzar el objetivo de U$S40.000 para el comienzo del nuevo año.
|
Y ahora, Señor, permite que tus siervos proclamen tu palabra con valentía, mientras extiendes tu mano para sanar y hacer signos y prodigios mediante el nombre de Tu santo siervo Jesús. (Hechos 4, 29-30)