Cómo Superar el Dolor de la Frustración

¿Sientes el dolor de la frustración? ¿Quieres deshacerte de esto? Aquí están 8 pasos para encontrar la paz interior verdadera y duradera no importa lo que está pasando a tu alrededor y quién lo está causando.

Eviten toda amargura, pasión, enojo, gritos, insultos y cualquier tipo de maldad.  Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo que los amó hasta entregarse por ustedes a Dios como ofrenda y sacrificio de aroma agradable.  (Efesios 4, 31-5, 2)

Paso 1: Identifica qué está frustrándote.

Luego piensa en esto: algunas personas pueden tratar el mismo problema y nunca sentirse frustrados. Así que ¿por qué te irrita tanto a ti?  Echa un vistazo a la verdadera causa de donde proviene tu ira: ¡Mírate a ti mismo!  Estas son algunas fuentes comunes de frustración:

• Me siento frustrado cuando una persona no cambia rápidamente a mi gusto.
• Quiero que otros mejoren para que mi vida sea más placentera.

Paso 2: Reconoce que tu frustración es un pecado.

Cuando estamos frustrados, nuestra actitud no es muy cariñosa, ¿verdad? En 1 Corintios 13: 4-7 se describe nuestro comportamiento cuando vivimos en el amor:

El amor es paciente, es servicial, no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Cuando amamos, no nos aferramos al dolor, porque el amor no es egoísta. La frustración se debe a que insistimos que nuestro dolor solo desaparecerá cuando la otra persona muestre que realmente está arrepentida de lo que han hecho.

El amor es paciente. La frustración tiene mal genio.

El amor no se ofende cuando otros hagan algo ofensivo. La frustración es una defensa contra la ofensa.

El amor no insiste en tener su propia manera. La frustración es el acto emocional de insistir que alguien tiene que hacer algo para hacer justicia cuando hemos sido tratados injustamente.

El amor no insiste en tener su propia manera. La frustración es el acto emocional de insistir que alguien tiene que hacer algo para hacer justicia cuando hemos sido tratados injustamente.

Nos gusta señalar con el dedo a los demás, porque es más fácil admitir el pecado de nuestra reacción falto de amor a lo que han hecho.  Para superar esto, pídale a Dios que le ayude a ver cómo Él les ve, a través de sus ojos amorosos.

• Mira al ofensor cargado de bolsas de basura (el abuso que se ha infligido a ellos, el rechazo e incomprensión y pobres modelos de conducta, etc.)
• Mira más allá de la basura para ver debajo a la persona real.

Paso 3: Arrepiéntete. Apártate del sentimienhto de frustración.

Arrepentirse significa cambiar de opinión. Elija aceptar a las personas tal y como son a pesar que no le agrade todo lo relacionado con ellos.  ¿Qué pasa si nunca mejoran?  ¿Podría aceptarlos como son? Si ellos no comienzan a cambiar, ¿es correcto si no cambian rápido?  ¿Qué pasa si su falta de mejoría o su crecimiento lento causa más problemas?  Si trata de arrepentirse bajo su propia voluntad, no va llegar muy lejos.  Pídale al Espíritu Santo que intervenga en su vida y le ayude. ¡Dios nos da ayuda sobrenatural!

El arrepentimiento significa también perdonarse a sí mismo por frustrarse, y perdonar a los que los hacen frustrarse. Jesús dijo que tenemos que estar listos y dispuestos a perdonar continuamente y repetidamente (“setenta veces siete”), y la frustración por lo general sólo ocurre cuando nos sentimos continuamente y repetidamente ofendidos.

Incluso después de la decisión de arrepentirse y perdonar, el sentimiento de frustración generalmente se mantiene. ¿Por qué?  Para descubrir la respuesta, nos adentramos en:

Etapa 4: Reconoce que tu deseo de que la gente cambie es otro pecado.

Amar significa ver lo bueno en los demás, y no guardar contra ellos rencor de sus pecados (sus bolsas de basura). Porque los amamos, queremos que se liberen de sus basuras. Por su propio bien, nos gustaría verlos cambiar, y luego nos enojamos cuando no lo hacen. Para superar esta frustración, tenemos que dejar de mirar la basura. ¿Pero cómo?

Etapa 5: Descubre cuál es la raíz de tu deseo de que la otra persona cambie.

Por lo general, la raíz es el miedo. Tenemos miedo de que nos lastimen de nuevo así que concluimos: “Yo debería estar molesto con ellos por no cambiar.” Esto realmente significa: “Yo debo lastimar a esa persona ahora porque me puede lastimar en el futuro.”  Así que los lastimamos al frustrarnos con ellos.  Ellos no tienen ni que saber que estamos frustrados, siempre y cuando nos sintamos frustrados, nos sentimos que estamos recibiendo algún tipo de venganza.

En otras palabras, el miedo nos lleva a la desaprobación de otras personas, y desaprobación no es amor.

• Estamos ofreciendo amor condicional: “Si cambias, entonces sere feliz y te amaré.”
• Las personas que causan nuestros problemas necesitan nuestra aceptación. Para dar esto a ellos, necesitamos ponernos en contacto con el amor de Dios por ellos.
• Cuando los amamos con Su amor incondicional, experimentan la mano sanadora de Dios.

Paso 6: Descubre la verdadera fuente de tu felicidad.

Nuestra felicidad no depende de los demás y en cómo nos tratan. No necesitamos recibir constantemente amabilidad de otros para sentirnos bien.  Nuestra felicidad depende de lo bien que es nuestra relación con Dios. Dios es nuestra verdadera fuente de alegría y paz interior y de un espíritu calmado y no frustrado.

• Estamos contentos porque somos socios de Dios para hacer una diferencia en la vida de alguien.
• Estamos contentos porque Dios nunca nos hará algo para hacernos daño.
• Todas las demás fuentes de alegría solo duran poco tiempo.

Pero saber esto no es suficiente. La próxima vez que suceda un problema, estaremos descontentos y frustrados de nuevo.  Parece que solo seremos felices si la persona que herimos cambia o nos deja solos.

Paso 7: Elimina toda ilusión sobre otras fuentes de felicidad.

Necesitamos convertirnos en un signo de la presencia verdadera, amorosa y sanadora de Jesús.  Filipenses 3: 17-21 nos dice:

Hermanos, sigan mi ejemplo y pongan la Mirada en los que siguen el ejemplo que o les he dado. Muchos –se lo decía frecuentemente y ahora se lo digo llorando – viven como enemigos de la cruz de Cristo: su destino es la perdición, su dios es el vientre, su honor lo que es vergonzoso, su mentalidad es terrena. Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos recibir al Señor Jesucristo; él transformará nuestro cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para dominar todas las cosas.

«Los enemigos de la cruz de Cristo terminan en la destrucción.” Quiten de su vista las personas que le hacen daño y miren su relación propia con Dios, que es amor – Dios, a quien has rechazado cuando le das a otros tu ira y frustración en vez del amor de Dios.

¿Cómo eres un enemigo de la cruz?  Al rechazar su propia crucifixión. Las personas que le lastiman están tratando de crucificarle, le están clavando su sistema de creencias, su basura, sus pecados.  Y cuando está frustrado, está luchando contra la cruz. Jesús nos enseñó, con su ejemplo, que ir a la cruz es bueno!  Él permitió que le crucificáramos hace 2000 años.  Pero ¿cómo puede ser una buena cosa que le claven a uno la carencia de amor de otra persona?

Juan 12, 24-26 dice:

Les aseguro que, si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.  El que se aferra a la vida la pierde, el que desprecia la vida en este mundo la conserva para una vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo estoy estará mi servidor; si uno me sirve, lo honrará el Padre

Un grano de trigo debe caer en tierra y morir para producir mucho fruto. Su deseo de que la persona carente de amor le ame, debe ser clavado y eliminado, y con eso eliminará la fuente de sus frustraciones.  Entonces usted experimentará el crecimiento de mucha paz y alegría.

Si amamos nuestra vida la perderemos. Por aferrarnos a nuestra vida de frustración, perdemos lo que más ansiamos.  En nuestro deseo para la persona carente de amor que nos ame de la manera que nosotros queremos, nos enfocamos en lo que nos duele y perdemos contacto con la cantidad de amor que esa persona nos pueda dar.

Para servir a Jesús, debemos seguirle.  ¿Dónde se fue Él? ¡A la cruz! Hemos crecido con la ilusión que la felicidad viene de ser correctos y de protegernos de heridas y de la crucifixión.  Para encontrar la verdadera felicidad en relaciones problemáticas, debemos permitir que estas personas nos crucifiquen.  No hace sentido en este mundo pero Jesús nos mostró de la cruz que hace perfecto sentido desde la perspectiva del amor. Él dijo: Dejen de luchar Y no ofrezcan resistencia

Pues yo les digo que no opongan Resistencia al que les hace el mal. Antes bien, si uno te da una bofetada en su mejilla derecha, ofrécele también la otra.  Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica déjale también el manto. Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil. (Mateo 5, 39-41)

Nuestra naturaleza dice: “Yo no quiero hacer esto!  ¡Que esta copa pase de mí!  Nuestra naturaleza espiritual, conectada a Jesús dice: “Si no pueden darme amor, debo dejar que crucifiquen mi deseo de recibir el amor de ellos.”

San Ignacio de Antioquia dijo: “Yo soy el trigo de Cristo, plantado por los dientes de las bestias para convertirse en pan puro.” Al permitir que la gente nos muela al suelo, nos convertimos en sacramento para ellos (el Pan de Cristo).  Nos convertimos en signo de la verdad, el amor y la presencia sanadora de Jesús.

Paso 8. Sigue a Jesús por el camino de la cruz para alcanzar la resurrección.

Para amar verdaderamente a otros, les abrazamos a pesar de su basura.  Jesús, a fin de llevar nuestros pecados en la cruz, tuvo que abrazarnos cuando aún estábamos cargados de bolsas y bolsas de basura. Abrazar al portador de la basura es verdaderamente seguir a Jesús hasta la cruz – ¡todo el camino a través de la cruz a la resurrección!

La otra persona pueda que no cambie, pero tú lo harás. Encontrarás paz interior y alegría, sin importar cuanto sufras. Ya no serás perjudicado por las heridas infligidas. ¡No tendrás razón para sentirte frustrado!

Eviten toda amargura, pasión, enojo, gritos, insultos y cualquier tipo de maldad. Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo que los amó hasta entregarse por ustedes a Dios como ofrenda y sacrificio de aroma agradable. (Efesios 4, 31-5, 2)

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© 1998 por Terry A. Modica

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