Jesús te está hablando. Él está pidiéndote que recibas más de su amor como nunca antes lo has recibido. Él murió por ti. Incluso si fueras la única persona sobre esta Tierra, Él lo habría hecho – por ti.
¿Qué puedes hacer para recibir este amor? ¡Puedes decir “¡sí!” Puedes decirle: “Sí, Jesús deseo que Tú seas mi Salvador, el Señor de mi vida. Revélame Tu Amor más de lo que jamás lo he experimentado antes. Haz que Tu Amor penetre en cada parte de mi vida, cada parte de mi ser. Lamento todas las veces que te ofendí. Por favor, transfórmame en alguien que pueda vivir plenamente en Tu Amor. ¡Gracias, Jesús!”
La próxima vez que estés en la iglesia, mira el Tabernáculo. Jesús está física y poderosamente presente allí. Siéntate con Él. Él anhela que pases tiempo en Su presencia. Él te extraña cuando te olvidas de Él. Tiene tanto para decirte, tanto amor que desea darte.
Cuando recibes el Sacramento de la Eucaristía, detente un momento para agradecer a Jesús por lo que Él hizo por ti durante Su Pasión y Crucifixión. ¡Reflexiona en el hecho que que tú recibes a Jesús – no un pedazo de pan – in tu mano y en tu boca! ¡Es Su forma de seguir derramando Su amor!
Como dijo Santa Teresa de Calcuta: “Cuando miras al crucifijo, sabes que Él te amó – tiempo pasado. Pero, cuando miras a la Santísima Eucaristía, sabes que Él aún te ama.”
Con semejante amor disponible en la Eucaristía, ¿cómo puedes estar lejos de la Misa?
Jesús está diciendote: “¡Ven, mi amigo especial, ven! Hay tanto amor que deseo darte. ¡Ven a mí!”
< Regreso al Comienzo
Compilado y © 1993 por Terry A. Modica
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